>Hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento.
 
>Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.
 
>Tu desconfianza me inquieta y tu silencio me ofende.
 
>Contra los valores afectivos no valen razones, porque las razones no son nada más que razones, es decir, ni siquiera verdad.
 
>La opinión de toda una multitud es siempre más creíble que la de una minoría.
 
>Besos que vienen riendo, luego llorando se van, y en ellos se va la vida, que nunca más volverá.
 
>La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.
 
>Todo acto de bondad es una demostración de poderío.
 
>A veces, el silencio es la peor mentira.
 
>Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee.
 
>Antes hay que desconfiar del que busca razones por las que nos beneficia, que del que nos beneficia sin buscar razones.
 
>El cielo de la fama no es muy grande, y cuántos más en él entren a menos tocan cada uno de ellos.
 
>Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrense lo tonto que será.
 
>Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.
 
>Contra los valores afectivos no valen razones, porque las razones no son nada más que razones, es decir, ni siquiera verdad.
 
>La locura, la verdadera locura, nos está haciendo mucha falta, a ver si nos cura de esta peste del sentido común que nos tiene a cada uno ahogado el propio.
 
>Hay gentes tan llenas de sentido común, que no les queda el más pequeño rincón para el sentido propio.
 
>Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos.
 
>El que quiere todo lo que sucede, consigue que suceda cuanto quiere. ¡Omnipotencia humana por resignación!. A esta resignación sólo por la gracia se llega.
 
>La filosofía responde a la necesidad de hacernos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida.
 
>La vida no es sueño. El más vigoroso tacto espiritual es la necesidad de persistencia en una forma u otra. El anhelo de extenderse en tiempo y en espacio.
 
>Obra de modo que merezcas a tu propio juicio y a juicio de los demás la eternidad, que te hagas insustituible, que no merezcas morir.
 
>A un pueblo no se le convence sino de aquello de que quiere convencerse.
 
>El amor compadece, y compadece más cuanto más ama.